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Bienvenido a mis humildes palabras :P

sábado, 21 de agosto de 2010

~ ¿Cuál es el sentido de la vida? ~

Últimamente estoy devorando capítulos de una serie titulada "Me llamo Earl". En ella el protagonista es atropellado por un coche inmediatamente después de ganar 100.000 dólares en la lotería. Se da cuenta entonces de que cada vez que le ocurre algo bueno, a continuación le sucede algo malo. Durante su estancia en el hospital concluye que lo que pasa es que el karma le castiga por todas las malas acciones que ha cometido en su vida, así que decide confeccionar una lista para enmendarlas.

"Robé cerveza a un golfista"

"Fingí mi propia muerte"

"Le robé el coche a una coja"

Yo también he resuelto hacer una lista; una con todas las malas acciones que he cometido en mi vida y que me gustaría repetir.

Número 147 de la lista:

"Me enrolle durante tres horas con una chavala de 17 años en un chiringuito de la Costa"

Hay escritores que tienen la virtud de encontrar y rescatar la belleza de las esquinas de la vida. Charles Bukowski es uno de ellos. Generalmente resulta complicado ver el lado mágico de algunos recodos de la vida, pero incluso las cosas a priori más sucias pueden encerrar magia y poesía.

Hace tiempo que deje de ser un niño. Así, de entrada, la frase "Me enrolle durante tres horas con una chavala de 17 años en un chiringuito de la Costa" no suena ni mágica ni poética.

Cuáles son los ingredientes para convertir lo mísero en extraordinario, eso lo desconozco, pero resulta inolvidable asistir a uno de esos momentos en que la vida hace magia y hace que las expresiones lingüísticas cotidianas parezcan vulgares pedradas en la cabeza.


Definitivamente, el karma estaba tratando de decirnos algo.

Desde que existe Two princes de Spin Doctor he intentado tocarla en la guitarra unas diez mil veces, así que cuando terminé de berrear haciendo el payaso en mi cuarto... me dije... "basta" una vez más.

Así que decidí vestirme, ponerme guapo y salir por el paseo maritimo a andar... ¿Por qué no...? de casualidad, me encontré con un viejo amigo del colegio, que sinceramente ni me acordaba de él... pero se alegro de verme y me reconoció enseguida (Debe de ser que apenas si he cambiado), el chaval insistió en invitarme a comer... y mira... no le pude decir que no...

durante la comida no podía llevarme a la boca ni el pescado fresco ni el marisco sin que me entraran ganas de desmayarme, pensé que mi cuerpo no podría soportar otra comida de pescado... pero aguanté y no le dije que no. Más tarde, con las risas, los recuerdos del pasado, y demás, me invito a tinto de verano... y tengo que decir que es la primera vez en mi vida que lo pruebo... si... lo reconozco, me gustó... pero... me pasé. El cuerpo humano es un enigma. Después de todo era la última noche de nuestra estancia, y el clima costero y las raciones de pechuga en la playa habían evaporado mis alergias, mis dolores de espalda y otro tipo de penas más propias del corazón, que a pesar de mi edad jóven, a veces me da pero más "Psicológico" que real.

La frase "Me enrolle con una chavala de 17 años durante tres horas en un chiringuito De la Costa" no suena ni mágica ni poética. Cuando uno escucha algo así piensa que ella estaba borracha y que él era un hijoputa sin escrúpulos. Sin embargo, ni ella estaba borracha ni yo soy un hijoputa sin escrúpulos. Cuáles son los ingredientes para convertir lo mísero en extraordinario, eso lo desconozco. En cualquier caso deberíamos empezar a pensar que las cosas no siempre son lo que parecen.

Después de estar con mi colega tooodo el día y mareado... me rpesentó anteriormente a una chica muy simpatica amiga de su novia, la cual se tubo que ir y más tarde... a la noche volvió, cuando se acercó a mi, en su lenguaje dulce de mujer... me dijo.

—¿Te acuerdas de mí? —dijo en perfecto andalúz. Hay idiomas que en algunas bocas funden el acero, pero ésta chica... era especial.

Le dije que por supuesto. Que era la amiga de la novia de mi amigo de la infancia.

Me giré a pagar las bebidas y la cuenta pero ella ya había desaparecido. Le acerqué otro vino a mi amigo, que ya parecía encarrilados con otros amigos, y les dije que iba a dar a una vuelta, que estaba algo mareado y que volvería luego.

Afortunadamente, el alcohol lubrica las conversaciones. Es complicado empezar a hablar con alguien que ha nacido en 1993, que no ha visto muchas series ni es una adicta a la red como yo... Mientras hablábamos de cualquier tontería, otra chica diferente se acercó a mí y, a pesar de ser igualmente simpática, me habló también en andalúz cateto.

—Dice mi amiga que detrás del chiringuito en un minuto.

Aquí es cuando se congela la imagen y entra la voz en off.

La última vez que me habían dicho algo parecido había sido en el colegio, En El Coto:

"Nos encontramos detrás de secretaría al salir al recreo"

En aquella ocasión, cuando empezó el recreo, fui detrás de secretaría y casi me parten la cara, así que frases de ese tipo no me traen buenos recuerdos.

Aquí es cuando la imagen se pone de nuevo en movimiento y yo digo:

—¿Cómo?

—Que dice mi amiga que detrás del chiringuito en un minuto.

Mientras esperaba tras el chiringuito me pregunté qué estaba sucediendo. Mi lado pesimista me decía que en un minuto el tío más grande del autobús de chavales me iba a hinchar la cara a hostias, por que resultaría que si tiene novio y me metí donde no me llaman, y todo por encontrarme a un amigo de la inancia que consigue enborracharme por primera vez en mi vida a lo basto y solo me trae problemas. Mi lado optimista se preguntaba qué tipo de broma era aquella. Aunque he tenido minutos muchísimo más largos en mi vida, aquel se hizo eterno, y cuando estaba a punto de irme... a mi casa a mi ordenador para contárselo a mi colega Rubén (Es de Madrid si) la vi acercarse.

Caminaba grácilmente en unos vaqueros ajustados y una camiseta blanca. Una sonrisa confiada y cómplice se dibujaba en su rostro joven de expresión madura. Era absolutamente preciosa. Y allí estaba yo, de pie detrás del chiringuito preguntándome a qué clase de aparición estaba asistiendo. Llegó hasta mí, me sonrió, me rodeó la cintura y me besó con sensualidad y ternura a la vez. Después me tomó la mano y me animó a que nos perdiéramos en la oscuridad de la noche playera.

Cuando tomé aire me pregunté cuánto tiempo había estado conteniendo la respiración.

Nos besamos durante una media hora. Mientras la abrazaba, intentaba dar un sentido a todo aquello. La vida es una lotería en la que nunca se compran billetes pero a veces toca.

—¿Qué es lo que está pasando aquí? —le pregunté... asustado.

—Ayer fue mi cumpleaños —dijo lentamente—, y tú eres mi regalo.

No puedo decir cómo suenan esas palabras en esta historia porque no puedo ser objetivo, pero cuando te las dicen al oído, cuando te susurran una frase así de una manera tan tierna en el fresco de una noche de verano, amor y cariño son dos sustantivos que acuden a mi cabeza. Hay maneras de decir las cosas que cambian el significado de las palabras. Es por eso que se inventó la poesía.

Durante tres horas permanecimos abrazados de pie en mitad de la noche. Nos besamos hasta la extenuación y nuestras manos recorrieron nuestros cuerpos con suavidad y ternura. Nuestras respiraciones se agitaron hasta que nos faltó el aliento. Durante las pausas hablamos sobre ella, sobre mi, donde soliamos salir. Le susurré al oído cosas que ni me acuerdo, pero con lo pastel que soy seguramente serian cursiladas, lo importante era que ella sonreía... y reímos. Le dije que el pelo le olía muy bien porque así me lo pareció. Le dije que era preciosa porque era todo lo que las palabras me ofrecían para expresar su serena belleza juvenil. El lenguaje a veces no es más que una burda herramienta incapaz de describir cosas que sencillamente no tienen nombre. Después me sumergí de nuevo en sus abrazos. Y así transcurrió la eternidad, casi aun ni me lo creo...

Cuando llegó la hora de separarnos, ninguno de los dos se quería marchar. Me dio un beso y se alejó unos pasos. Luego volvió, me besó otro vez y nos abrazamos como si el mundo se fuera a terminar dos minutos después. Después se alejó unos pasos más que antes y volvimos a repetir todo lo anterior. La tercera vez se terminó perdiendo definitivamente en la noche, y yo me quedé pensativo en la oscuridad preguntándome si se podía amar con afecto sincero durante apenas unas horas.

Cuáles son los ingredientes para convertir lo mísero en extraordinario, eso lo desconozco. Si yo hubiera tenido su edad hubiera vuelto al chiringuito con mi amigo de infancia frotándome contra las paredes, pero no lo hize... La veintena ofrece una serenidad que permite disfrutar de cosas que la adolescencia convierte en una tortura. En otros tiempos hubiera hecho el idiota, pero aquella noche sólo quería hacer reír a aquella maravillosa criatura surgida de la nada, recrearme en su belleza, escuchar su aliento entrecortado en mi oído y disfrutar de un placer ajeno convertido en mío. Los ingredientes para convertir lo mísero en extraordinario sólo se mezclan una vez por pura casualidad y se queman rápido, como lo hace la pólvora para hacer estallar un cartucho que se convierte en luces de colores que se extinguirán en la noche para no regresar jamás.

La frase "Me enrolle con una chavala de 17 años durante tres horas en un chiringuito de la Costa" no suena ni mágica ni poética. Quizá Farruquito tiene razón cuando lo dice con su acento de Carabanchel de los ochenta y Ratuza y Chuky se descojonan hasta las lágrimas en una parada de la autopista, pero hay cosas que las palabras no pueden expresar. Para eso se inventaron las canciones.

Y por eso intento reunir en un par de páginas todo lo que sentí aquella noche. Para no olvidarme de que a menudo las cosas no son lo que parecen, para no olvidar que la vida ofrece momentos mágicos, y que sólo por esperarlos ya vale la pena seguir viviendo.

Por eso hago una lista; una con todas las malas acciones que he cometido en mi vida y que me gustaría repetir:

Número 147 de la lista:

"Me enrolle durante tres horas con una chavala de 17 años en un chiringuito de la Costa"

Sin duda el karma está tratando de decirme algo.